La osteoporosis es una enfermedad que debilita los huesos, volviéndolos frágiles y susceptibles a fracturas incluso por actividades cotidianas como toser o agacharse. Las fracturas suelen ocurrir en la cadera, muñeca o columna vertebral.
En pacientes con osteoporosis, los huesos se vuelven más porosos y frágiles debido a una pérdida de densidad ósea. Esto significa que los huesos tienen menos cantidad de tejido óseo, lo que los hace más propensos a fracturas con actividades cotidianas normales, como levantar objetos pesados, toser o incluso simplemente caminar. La osteoporosis se desarrolla cuando el proceso natural de creación de nuevo tejido óseo no puede mantenerse al día con la eliminación del tejido óseo antiguo. Como resultado, los huesos se vuelven débiles y propensos a fracturas, especialmente en áreas como la cadera, la muñeca y la columna vertebral. La pérdida de densidad ósea es gradual y a menudo no presenta síntomas hasta que ocurre una fractura.
El diagnóstico de la osteoporosis generalmente se realiza mediante una combinación de pruebas clínicas y de densidad ósea. Los síntomas de la osteoporosis pueden no ser evidentes en las etapas tempranas de la enfermedad, y es posible que una persona no se dé cuenta de que tiene osteoporosis hasta que experimente una fractura. Una de las pruebas más comunes para diagnosticar la osteoporosis es la densitometría ósea, también conocida como DXA o DEXA. Esta prueba mide la densidad mineral ósea en diferentes partes del cuerpo, generalmente en la columna lumbar, la cadera.
Los factores de riesgo para osteoporosis son los siguientes:
Las opciones de tratamiento para la osteoporosis incluyen medidas preventivas y terapias dirigidas a fortalecer los huesos y reducir el riesgo de fracturas, por ejemplo:
Es fundamental discutir las opciones de tratamiento con un médico, quien puede recomendar el enfoque más adecuado según la gravedad de la osteoporosis, los factores de riesgo individuales y la tolerancia al tratamiento.