La artritis psoriásica es una enfermedad autoinmune crónica que afecta tanto las articulaciones como la piel. Se desarrolla en personas que ya tienen psoriasis, una afección cutánea caracterizada por la presencia de parches rojos, escamosos y a menudo pruriginosos en la piel. Lo que distingue a la artritis psoriásica es la combinación de síntomas articulares y cutáneos.
En términos simples, el sistema inmunológico, que normalmente protege al cuerpo contra las infecciones, comienza a atacar por error los tejidos sanos, incluidas las articulaciones y la piel. Esto desencadena inflamación crónica en las articulaciones, lo que conduce a síntomas como dolor, hinchazón y rigidez. Además, la psoriasis puede afectar las uñas, causando cambios como engrosamiento, decoloración y picaduras.
La artritis psoriásica puede afectar varias articulaciones, incluyendo las de los dedos, muñecas, codos, hombros, rodillas, tobillos y la columna vertebral. También puede involucrar las articulaciones sacroilíacas en la parte baja de la espalda, lo que puede causar dolor y rigidez. La inflamación articular puede ser simétrica (afecta ambos lados del cuerpo) y variar en gravedad de una persona a otra.
El diagnóstico de la artritis psoriásica se basa en la evaluación clínica de los síntomas articulares y cutáneos, así como en pruebas de laboratorio y estudios de imagen. El médico puede utilizar criterios de clasificación establecidos, como los criterios CASPAR, que consideran la presencia de psoriasis, síntomas articulares y hallazgos en exámenes de laboratorio. Se realizan análisis de sangre para detectar marcadores de inflamación y se pueden utilizar radiografías, y ecografía para evaluar la inflamación y el daño articular. La evaluación por un reumatólogo es fundamental para confirmar el diagnóstico y establecer un plan de tratamiento adecuado.
Los síntomas de la artritis psoriásica pueden variar de una persona a otra y pueden incluir:
Es importante tener en cuenta que los síntomas de la artritis psoriásica pueden empeorar con el tiempo y afectar significativamente la calidad de vida del paciente. Si experimentas alguno de estos síntomas, es importante consultar a un médico para obtener un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado.